Estas han sido mis palabras:
Hola LF, tras mucho pensarlo he leído tu artículo y, después de volver a meditar, me he animado a comentar. Este asunto es algo que me cansa e incluso me deprime, por supuesto que debe haber libertad de expresión, pero… ¿pensarías lo mismo si ese autor (o cualquier otra persona) hubiese escrito sobre como dejar de ser creyente o sobre algún descabellado asunto racista? Al fin y al cabo la fe puede ser algo pasajero – lo digo por experiencia propia- o se puede ser racista u homófobo hasta que tengas la suerte de conocer a alguien que desmonte esos prejuiciosos esquemas, pero ser homosexual o bisexual no es algo que se puede cambiar porque eso es la verdadera ley natural, la del amor y la atracción. Es por eso que hay casos de homosexuales que, debido al estigma social que aún existe, se rechazan o lo intentan ocultar disfrazándolo de mil formas. Pero conozco sé de hombres que se casan con mujeres para intentar salvarse de esa “tentación” y llevar un estilo de vida “normal”, hombres que en algún momento de su vida se mortifican por dentro cuando están sentados junto a su familia en un bar y sienten como arden sus entrañas al ver a un apuesto chico pasar, o lo que es peor , y te puedo asegurar que conozco varios casos: felices padres de familia y maridos ejemplares de sus esposas, algunos incluso católicos, que tienen que acudir a lugares clandestinos para tener sexo con otros hombres y después arrepentirse. Y así cíclicamente. Los hay que se enamoran de otro hombre estando casados con una mujer, haciendo de su experiencia vital algo muy amargo y de dudoso beneficio para la salud mental. Solo espero que no sea ese el caso de R. Cohen, el autor del libro. De ser así, él no tiene ninguna fórmula mágica para cambiar ningún estilo de vida, de la misma forma que nadie tiene el método de hacer que alguien deje de ser creyente… sencillamente porque NO EXISTEN. Todas las personas somos hijas de algún Dios de la Naturaleza, lo que cada cual quiera creer.
Otra cosa es atentar contra la libertad individual, algo que ha costado muchos siglos y vidas conseguir. ¿No es mejor un mundo donde todas las personas puedan ser felices? ¿Tan difícil es respetar al prójimo? Algo que dicen las escrituras católicas. De no ser así, hay pocos caminos tan razonables como la empatía. Imagínese otro mundo, uno en el cual las mujeres viniesen de la unión de dos mujeres y los hombres de la unión de dos hombres. Imagínese, si tiene esa capacidad, que en ese mundo usted conoce a su mujer y siente lo mismo que sintió al conocerla, el mismo cosquilleo. ¿Qué haría si ese amor estuviese mal visto?
Sin embargo, la vida es de otra forma y tiene caminos muy buenos como el aprendizaje y el respeto. Pero por actitudes como la que defiende el autor hay jóvenes que padecen e incluso llegan a plantearse la existencia de su vida o atentan contra ella debido al acoso del que pueden ser víctimas o simplemente por el sufrimiento de “ser diferente”. Si a usted le parece bien, es su opinión pero yo no estoy satisfecho viviendo en un mundo donde se etiqueta y condiciona el amor, porque el término “homosexual” también hace referencia al AMOR.
Feliz año.
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